jueves, 25 de septiembre de 2014

Jóvenes bajo la sombra del suicidio

jueves 25 de septiembre de 2014 - 12:01 a.m.

Ésta es la segunda causa de muerte en personas entre 15 y 29 años de edad. Qué hacer para prevenirlo
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Dayana L. Rivas Ch.
drivas@laestrella.com.pa

Cada año se suicidan cerca de 800 mil personas, que bien puede ser la misma cantidad de hombres que habitan la ciudad de Panamá. De hecho el 50% de las muertes violentas en caballeros atienden a esta causa. En las damas el porcentaje es mayor (70%).
Lo cierto es que —de acuerdo con el informe de la OMS Prevención del suicidio, un imperativo global— en los países ricos los números toman otro matiz, ya que en ellos se suicidan tres veces más hombres que mujeres. En las naciones de ingresos bajos o medios el margen se reduce a 1.5 miembros del género masculino por fémina.
Aunque siguen siendo las personas de 70 años o más las que más optan por esta ‘salida’, ésta se ha convertido en la segunda causa de muerte en jóvenes en plena vitalidad (entre 15 y 29 años de edad).
Para poder prevenir esta epidemia es necesario entender las razones, y dichos motivos se pueden hallar gracias a la compilación de datos hecha por el registro civil, los hospitales, la policía y hasta encuestas que puedan ofrecer calidad de información acerca de suicidios e intentos de suicidio.
LAS CAUSAS
Existen factores de riesgo vinculados a la comunidad y las relaciones y a los individuos. En los primeros se citan a las guerras, los desastres, el estrés relacionado a la aculturación (pueblos indígenas o personas desplazadas), la discriminación, el sentido de aislamiento, el abuso y las relaciones conflictivas. Y entre los factores de riesgo a nivel individual cabe mencionar intentos de suicidio previos, trastornos mentales, consumo nocivo de alcohol, pérdidas financieras, dolores crónicos y antecedentes familiares de suicidio, según describe el documento de la OMS.
Si bien es cierto, personalmente cada persona toma la decisión de terminar por sí mismo con su vida, la psicóloga Roxana Palacios estima que cuando una persona consuma el hecho, la causa inmediata responde a que este individuo realmente no sentía deseos de continuar viviendo, y a pesar de tratarse de un acto radical estas personas sí viven un proceso subjetivo en el que planifican lo que ocurrirá.
Ellos pudieron verse —continúa diciendo la especialista— sin algo que consideraban vital, que puede ser una persona significativa o un ideal de sí mismo, sin lo cual experimenta un vacío profundo.
Pero, ¿qué puede ser eso vital que lleva a alguien a acabar con el preciado don de vivir? La psicóloga reflexiona que la cultura promueve muchos ideales que son inalcanzables para la mayoría de los mortales. Lo que ocurre a nivel del cuerpo, de objetos tecnológicos, de estilo de vida, y la falta de estos (sobre todo en la adolescencia) pueden ser determinantes en el ‘amor propio’. ‘Tanto la cultura que moldea al individuo, como el individuo que moldea la cultura son eslabones influyentes’, matiza Palacios.
También hay que valorar la historia de los sujetos, pues el contenido del documento presentado enlista a los antecedentes familiares de suicidio como situaciones que aumentan las posibilidades del nefasto suceso.
PREVENIR ES LA META
Hay indicios de que por cada adulto que se suicidó, 20 lo intentaron. Entonces, aunque se diga que se trata de un acto impulsivo sí se puede evitar. Los países que sigan el Plan de acción de salud mental 2013-2020 intentarán reducir un 10% de la tasa actual, otros se esforzarán por un porcentaje superior, no obstante es vital que los proyectos no se vean obstaculizados por la falta de una estrategia nacional integral, dice la OMS. Es importante que los servicios de salud incluyan este renglón en su atención, puesto que detectar los casos y manejarlos de forma eficaz son la clave.
Pero eso es en el plano institucional, ya en el núcleo familiar también hay una gran labor, allí, en la intimidad familiar el ‘amor y control’ son la receta más cercana, ya que —como lo dice la especialista panameña— no hay un libro sagrado para padres, entonces queda ganar la confianza de los hijos a través del diálogo. Si eso no es suficiente toca estar pendiente de las señales (no optar por taparse los ojos) ante el comportamiento de los chicos y si se nota algo extraño buscar ayuda profesional. Ese apoyo puede obtenerse en la escuela, donde serán referidos a especialistas como psicólogos o psiquiatras, también están los centros médicos y las clínicas de universidades, donde se halla personal idóneo.
En esta tarea es fundamental fijar la mirada en las comunidades, como base, ya que ellas desempeñan una función crucial: pueden prestar apoyo social a los individuos vulnerables (deben ser las primeras en detectarlos) y ocuparse del seguimiento (están cerca de ellos), luchar contra la estigmatización y apoyar a quienes han perdido a seres queridos que se han suicidado.

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